Navego su mar de detalles y naufrago a la orilla de su historia,
la conocí con preguntas inusuales, con respuestas sabor gloria.
Así es, como las islas Fernando de Noronha, un trébol de cuatro
hojas, un arcoíris en medianoche, una buena obra de teatro.
Gozo la seducción de su sonrisa que captura mi mente,
por un momento respiro, en el ahogo del presente,
me libera de la hipócrita promesa de eternidad,
me gusta así como es, no miento, digo la verdad.
La veo y pienso en lo involuntario que es esto de oírla hablar,
¿cómo es que saben las mariposas si deben bailar?
¿será mi estómago transparente, para que desde allá
logren verla reír? Atrévete, que no es hora de tirar la toalla.
Y antes de que nuestros labios entraran en colisión,
mis ojos ya le habían besado en más de una ocasión.
Tiene una cicatriz que no he visto y otras que no son de ver,
sino de sentir y de conversar, con un abrazo conmover.
Su mirada es suave como una tarde de té bajo la lluvia
tiene ojos color café que quitan el sueño, que guían la vía
de su andar, y como lo diría un tal de Ruben Blades de Luna,
"tiene el tumbao' de los guapos al caminar", muy oportuna.
Fotografía atardecer - tomada 21/07/12 - Costa del Este Panamá