Monday, November 11, 2013

Una lista de 10 cosas que puedo dejar para ser más feliz:

1. Deja la necesidad de siempre estar en lo cierto: 
Pregúntate en las discusiones: ¿prefiero estar en lo cierto o ser feliz?

2. Deja la necesidad de controlar: 
No asfixies las serendipias y alegrías que la vida ofrece constantemente.

3. Deja de culpar: 
Eres cómo reaccionas a lo que te sucede, empodérate, no recrimines a los demás por lo que está bajo tu locus.

4. Deja de quejarte tanto: 
Nadie tiene ganas de estar al lado de una persona negativa.

5. Deja el lujo de criticar: 
Todos queremos algo, aprende a identificar que quieren los demás y ayúdalos; si no puedes, sal de su camino.

6. Deja la necesidad de impresionar a los demás: 
Acéptate justamente como eres, y si no sabes quién eres, acepta eso también.

7. Deja de resistirte al cambio: 
Aceptar que algo ya cambió te pone 50% delante de lograr superarlo.

8. Deja las etiquetas: 
“The highest form of ignorance is when you reject something you don’t know anything about.”

9. Deja las excusas: 
O te vas a quedar sin lugar a donde ponerlas o te vas a quedar sin oportunidades ni personas que escucharlas.

10. Deja el pasado: 
Trata de ser presente en todo lo que haces, ya sea tomar un té como si fuera tu arte.


Sunday, November 10, 2013

Agradecimiento

Hoy al fin monté bicicleta nuevamente en la calle, fue para celebrar que hace exactamente tres meses en esta noche la vida me invitó a un accidente que me ha cambiado, quiero compartir algunas cosas que he tenido tiempo para unir y contemplar:

Sobre el coraje:
Coraje no es no tener miedo, es continuar con la vida a pesar del dolor (ver sección sobre el dolor). 
Hay que tener coraje para estar solos (ver sección sobre soledad).

Sobre el dolor:
Abrasa los sentidos, donde no se es un título, ni un profesional, ni un aspirante, ni un especialista, eres puramente humano, desnudo ante la experiencia sensorial.
Es una ambición egoísta inmensurable.
Es una marea, que aterra con su infinitud.
Es fuente de la ansiedad de ir a un lugar donde te reparan.
Dolor es lo que viene antes del entusiasmo. Y también es lo que queda después de él.
El dolor es lo que me provoca cantar vulgaridades, contar los pisos del edificio que está en la ventana para hacerme trampa.
Dolor es lo que me permite ser fuerte.
El dolor es no poder decir muy bien qué es el dolor.

Sobre la soledad:
Cuando te abandonan, la soledad es superable, pero cuando tú te abandonas, la soledad es casi incurable; esto hace que la soledad sea insoportable sin uno mismo. 
De todas las soledades, la que más me gusta es salir de la cama cuando yo quiera, cosa que mi condición me impidió hacer por un mes, si eres sabio, quizás logres madurar los deseos a paciencias.
Para Bukowski saber mantener el equilibrio justo entre soledad y gente, ésa es la clave, ésa es la táctica, para no acabar en el manicomio.
Así que aprende a disfrutar la soledad y encontraras a la persona que te cambiara la vida: tú mismo.

Sobre las amistades:
Mi tipo favorito de amistad es el que los dos comprenden que tienen compromisos en la vida, y que hay veces que por un tiempo no hablarán. 
Esto no significa que no estarán el uno para el otro cuando se necesiten.
O que tienes que cambiar de amigos, especialmente si estás dispuesto a aceptar que los amigos también cambian.
En las miradas, conversaciones, visitas y otras demostraciones físicas de mis amigos logré sentir algo muy especial: el calor de sus corazones y la nobleza de sus almas.
A veces, amistad es compartir el prejuicio de la experiencia.
Mis amistades han sido mi mano pierna derecha.

Sobre la familia:
La vida se siente más completa si soy el mejor amigo de mis hermanos.
Y hermano de mis mejores amigos.
Mi madre fue mi superhéroe en mi infancia.
Mi padre ha retomado la tarea en mi adultez, voló 7 horas para encontrarme a la puerta del quirófano.

Sobre la vida:
Mi madre decía (sin timidez alguna por herir mi comodidad) que iba a quedar atrofiado de tanto pasarla sentado. Mamá sabe mucho viste, estuve un mes inmovilizado y mi cuerpo se comió mis músculos.
En esto aprendí que es imprescindible ejercitar el músculo de dejarse sorprender.
Otro ejercicio fundamental es la meditación, otra de esas cosas buenas de la vida que tu madre siempre te quiso enseñar y no le parabas mucha bola.
En nuestra vida moderna, las ambulancias son unos vehículos peculiares, transportan en sí una carga de esperanza y angustia en un mismo viaje.
Y la esperanza no es más que “la vida misma defendiéndose” recordando a Cortázar.

Sobre la muerte:
Todo lo que es verdaderamente nuevo da miedo o maravilla, estar cerca de la muerte da los dos al mismo tiempo.
La muerte trae incertidumbre, la incertidumbre es la hermana histérica de la esperanza.
Walt Whitman lo resume con mucha clase así: “si llego a mi destino ahora mismo, lo aceptaré con alegría, y si no llego hasta que transcurran diez millones de años, esperaré alegremente también.”

El Destino de las Palabras

Las cartas deben escribirse con dos motivos, para que un “otro” lea lo que no se sabe, y para que uno se desprenda de lo que siempre supo:

Quiero celebrar, como en el buen sentido de otros tiempos, por habernos conocido. Y quiero la verdad, para que me deje vencido, pero con un sabor a empate. El valor de ganar no está en el tiempo que las cosas duran, mas en la intensidad con la que suceden. Por eso hay momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables, como tú y yo. Dijiste que buenas cosas vienen a quienes esperan, y no mentías, las buenas cosas sobraron. Tuve un tiempo de felicidad compartida y funcional, aprendí contigo, aprendí sin ti, aprendí conmigo. Me descubrí descubriéndote. Nunca quise ser tan yo mismo y diferente al mismo tiempo. No mereces saber de estos párrafos, pero yo merezco decírtelos, no los escribo por la imposibilidad de no tenerte, nunca te tuve, y después de todo, tú renunciaste a mí, a un buen hombre. 

Sí, no lo niego, me hubiera gustado encontrarte como sin querer, encontrarte en tu número de celular, en las calles que conozco, en el diseño de las cartas de los restaurantes, en una silla de madera debajo de lluvia que no moja, enfrente a una tasa de té, en un paseo de bicicleta, en mi cama con el techo de luces acuáticas, en tu vestido azul o tus zapatos de graduación, en la vieja alfombra de mi casa, en una noche estrellada o leyendo bajo la ducha, en tus cabellos falsos o tu sonrisa verdadera. Tú sabes que son tus pequeños detalles lo que te hacen perfectamente imperfecta. Como esa ceja a tu lado derecho, que con un saltito revela algo más de piel. Ese diente terco que viradito, como tu actitud, no quiere dar mordidas rectas. Las cicatrices que hipnotizaban mis yemas, dibujaban corazones en tu espalda. Tus dedos desproporcionados, que dan masajes que van más allá de la piel. Tu caminar chueco, tu apetito por dar y recibir retroalimentación. Tu personalidad tan flexiblemente inflexible. Los describo así, para olvidarlos, como cuando invades mis pensamientos, como al pedir un deseo, siempre es que sea incomparable. 

Te llevé a muchos lugares y tu presencia aún se siente en ellos, como en mis sueños, víctimas de mi memoria que alarma que te encontró, una falsa esperanza de lo real, sentí que eras la excepción. Igual, me queda la satisfacción, de que aun estando en libros diferentes, logré hacerte sonreír. Así es, realmente nunca estuvimos en el mismo libro, fue una ilusión, nos encontramos en un párrafo similar entre dos textos escritos bajo el mismo autor. Continuaste silenciosamente leyendo tu ejemplar, bajo la conmoción de conocer tu ídolo y revivir tu ciudad perfecta, no avisaste que debíamos movernos de párrafo, sospecho que abusaste de mi honradez, algo cobarde o infantil, no previne que actuarias así, sin la cortesía de ver esta cara y decirme que lo querías así. 

Independiente de la conclusión, celebro que conocí alguien como tú, he conocido una mujer poderosa que sabe vivir y dejar vivir. Que no le temes a los cambios, que por fuera aparentas siempre ser fuerte pero tienes un corazón bondadoso y delicado, con una belleza interna cautivadora que desborda por tus ojos e iguala la exterior. Sabes pedir un beso y disfrutar de sus deseos. Tienes manos suaves pero con una oculta e impresionante fortaleza. Piromaníaca, te gusta jugar con fuego y no te importa quedar solo con las cenizas, siempre habrá algo más por quemar. Subes a países más altos, vuelas sobre fronteras con gracia y confianza, eres una especie de mujer tan rara como el hoyuelo único que tienes en tu mejilla izquierda. Si hubieras sabido valorarme, yo hubiera luchado por ti como nadie nunca lo ha hecho, si tú concluiste que yo no valgo la pena, te equivocas en tu certeza y eso hace que a pesar de todo lo que eres, tú no valgas la pena.