Por eso fue que le regalé flores, de esas que no esperaría, que le sacudirían los colores a su cuarto y su memoria al despertar. También la lleve a restaurantes y a un par de bares. Todo incluido, sin propina para el amor, con multa por mal estacionado, cortesía de algún policía amargado.
Y justamente en un bar fue que encontramos al destino jugando a ser sincronicidad. La saludé tocando su cintura como solo yo sé y le invite un trago, enmascarado como un total desconocido, inyección de novedad. ¿Qué clase de amor te encuentra y trata de re-enamorarte?
Otro día hasta salimos de bicicleta uniformados con disfraces, para impresionar a los que nos veían pedalear, o para ser otros por un momento, aunque fuera detrás de una máscara (una de verdad). Nos paseamos por las avenidas nocturnas, le quise explicar miles de cosas y ella miles no me dijo.
Yo no pedía más que una mirada sincera o su ocasional agarre de mi mano, aun cuando le daba más que mi brazo. Ahora la memoria me falla si la recuerdo, a ella que le fui más fiel que a mí mismo, y ni así bastó para negociar su confianza.
Con una ganga conseguí fue esperanza, esa maldita fantasía que te endeuda con el futuro, justamente por no serme fiel a mí mismo. Terminó lo que para mí nunca había terminado, tenía todo para perder, pero sé que al menos traté, con todo y un poco más.
Tuve esa mejor pelea que hay en la vida, la de luchar por algo que quieres, estuve solo con los dioses y las posibilidades. Ya decía Bukowski: “si vas a tratar, ve hasta el final. De otra forma, ni empieces". Interesante y cierto, hay que terminar para poder empezar.
Y justamente en un bar fue que encontramos al destino jugando a ser sincronicidad. La saludé tocando su cintura como solo yo sé y le invite un trago, enmascarado como un total desconocido, inyección de novedad. ¿Qué clase de amor te encuentra y trata de re-enamorarte?
Otro día hasta salimos de bicicleta uniformados con disfraces, para impresionar a los que nos veían pedalear, o para ser otros por un momento, aunque fuera detrás de una máscara (una de verdad). Nos paseamos por las avenidas nocturnas, le quise explicar miles de cosas y ella miles no me dijo.
Yo no pedía más que una mirada sincera o su ocasional agarre de mi mano, aun cuando le daba más que mi brazo. Ahora la memoria me falla si la recuerdo, a ella que le fui más fiel que a mí mismo, y ni así bastó para negociar su confianza.
Con una ganga conseguí fue esperanza, esa maldita fantasía que te endeuda con el futuro, justamente por no serme fiel a mí mismo. Terminó lo que para mí nunca había terminado, tenía todo para perder, pero sé que al menos traté, con todo y un poco más.
Tuve esa mejor pelea que hay en la vida, la de luchar por algo que quieres, estuve solo con los dioses y las posibilidades. Ya decía Bukowski: “si vas a tratar, ve hasta el final. De otra forma, ni empieces". Interesante y cierto, hay que terminar para poder empezar.